Me acuesto entremedio de mil frazadas como excusa de no dar más, pero no, me levanto tan brusco en ir al baño, en pasearme, mirar por la ventana y ver el viento como quiere arrasar con los árboles, me como más las uñas ¡ Ahhh, contesta! Me duele el estómago, me da hambre de café y cigarros pero me hago pan con manjar, una marraqueta con huevo, un choripán, no sé no sé no sé.
Ya, si sé que esa pausa en la conversación es por algo y no muy bueno. Ese tono de vos lo conozco tan bien, algo te molesta, dime, te juro que no me enojo. Además esto depende total y exclusivamente de mí. Pero, oye me tienes nervioso ¿nunca sientes cuando te llamo? Ah, sí po, tus malditos exámenes de manualidad, me preocupa tanto que te saquen el jugo, y sabes que es cierto, me preocupo mucho, como ese día que se te quedaron las cosas y yo hasta haciendo cursos de “fotochop” para ayudarte...
Era una buena introducción de conversa mientras esperaba que me contestaras.
Voy al baño otra vez.
00:13 La niña está ocupada, déjala tranquila. Puede estar preparando el guatero, lavándose los dientes, haciendo sus trabajos de toda la noche ¡Déjala chiquillo por dios!
Pucha que me gusta cuando me apego a la almohada y me calma la consciencia.