BLA BLA

viernes, 23 de julio de 2010

Parodia de un controlador

00:09. Me comienzo a desesperar tanto por el hecho de no verte, que termino por ir al baño, en cada segundo uso las ansias acumuladas oprimiendo el botón verde, a ver si logras sentir que te estoy llamando.

Estoy cansado y quiero contarte el por qué. Ya que siempre nos pedimos explicaciones por lo que sea. Me gusta mucho porque sale espontáneo y porque, o sea, está bien po, hay que explicarse las cosas.
Me acuesto entremedio de mil frazadas como excusa de no dar más, pero no, me levanto tan brusco en ir al baño, en pasearme, mirar por la ventana y ver el viento como quiere arrasar con los árboles, me como más las uñas ¡ Ahhh, contesta! Me duele el estómago, me da hambre de café y cigarros pero me hago pan con manjar, una marraqueta con huevo, un choripán, no sé no sé no sé.

Me quedo en el primer piso con un frío de esos que te llegan a salir suspiros medios raros, acompañados de los típicos ticks nerviosos. Desde el comienzo de esta narración, estoy seguro que van más de diez llamadas. Y para distraerme un poco intento contar y ver en realidad cuántas son, pero me veo interrumpido por la aparecida de mi hermana. Me mira con un flojera contagiosa, y me dice que debe trabajar, así que prefiero ir al segundo piso.


00:11. La verdad, es que sí estoy cansado y no doy más, tuve que ir a la cresta del mundo a buscar el uniforme del nuevo empleo que me dieron, y comienzo este mismo sábado.
Ya, si sé que esa pausa en la conversación es por algo y no muy bueno. Ese tono de vos lo conozco tan bien, algo te molesta, dime, te juro que no me enojo. Además esto depende total y exclusivamente de mí. Pero, oye me tienes nervioso ¿nunca sientes cuando te llamo? Ah, sí po, tus malditos exámenes de manualidad, me preocupa tanto que te saquen el jugo, y sabes que es cierto, me preocupo mucho, como ese día que se te quedaron las cosas y yo hasta haciendo cursos de “fotochop” para ayudarte...

( ¡otra vez, no!)

Tono, tono, tono, semitono, piiiiiiiii. ¡por la cresta!
Era una buena introducción de conversa mientras esperaba que me contestaras.
Voy al baño otra vez.

00:13 La niña está ocupada, déjala tranquila. Puede estar preparando el guatero, lavándose los dientes, haciendo sus trabajos de toda la noche ¡Déjala chiquillo por dios!
Pucha que me gusta cuando me apego a la almohada y me calma la consciencia.

Bueno, me rindo.

Pondré la alarma a las 00:20.

martes, 13 de julio de 2010

Síntomas

Cuando estoy feliz escribo las canciones del artista
el útero me duele a reventar y corto estrellas de papel.
Me gusta improvisar que el coño es más que un juego mensual.

Las heladerías, los jugos en sobre y los naturales, lo cítrico son un calvario,
recorro Santiago de estación en estación y cada vez siento menos los pechos.
Llevo agua de manzanilla en una bolsa de algún supermercado y el par de calcetines que le quite al gilipollas que me culeó.

Cuando estoy triste escribo las canciones del artista y me vuelvo a bajar la falda para andar inquietamente con pañales de anciano. Les hablo a los árboles y a las plantas de la rabia que me causa estar acá, sola e incomprendida y que a simple vista los hombres desean puro manosearte sin saber de la víbora que poseo entre piernas.

En mis entrañas me pierdo en el recorrido hormonal, pensando en las salidas de esta válvula pequeña y flexible, que me cansa y me hace gastar el triple de lo que no tengo ¡Joder, quiero una cama!


Cuando estoy enojada escribo las canciones del artista, me cago y aplasto los recuerdos del almuerzo. De San Pablo hasta la mierda del tren me siento perdida y ahogada en una ciudad que sé de puro nombre y que las malditas letras del artista las tengo tan metidas como su miembro y su abandono en esta estación.

Estación que por enésima vez vuelvo a llegar