BLA BLA

sábado, 8 de agosto de 2009

Su pequeña fortuna

Me arreglé la boina una ves más. Y sentí que tenía una pequeña herida en la planta de mi pie izquierdo, un décimo me dolía. Caminatas iban y venían.

Es que ya eran pasadas las diecinueve horas y yo permanecía estancada en el paradero del ómnibus. Sólo anhelaba profundamente llegar a mi hogar y descansar...Pero me vino la reminiscencia y me rodeaba el fastidio, en mi humilde morada hay muchedumbre absoluta, tanto así que ni en mi cuarto podría estar, ¡qué llegue mi enojo por favor! Y seguía esperando la maldita locomoción. Para degradar un poco la situación molestosa, me desvié y fui hacia un quiosco ordinario de las calles del centro y compré cigarrillos, esos que viene de a diez, tanto presupuesto no tengo, já. Logré fumármelo todo, casi llegando al filtro de tabaco y el ómnibus no llegaba (suele pasarme que siempre al fumar, justo viene), era horrendo en verdad. Cuando ya no más le quedaba al cigarro lo tiré para pisotearlo y en mi visión hacia el suelo, noté que una cosa diminuta brillaba con gran intensidad.

Al tiro se me vino a la imaginación que podría ser una moneda, pero era muy pequeña, no le daba un valor más elevado que de cinco pesos.

Estuve harto rato observándola, era atractiva su luminosidad. Sin embargo de un momento a otro la gente circulaba con mayor fuerza dentro del paradero y fuera de éste también. Y me vinieron las ganas de ver a la gente (súper aburrida). Por mi cabecita pasaron marginales, cuicos, infantiles, ferianos, ancianos. De éstos últimos, pasó una parejita que me causaba ternura, era verme ahí (claro que no quiero ser tan arrugada, já) junto con otro ser caminando sabiendo que de vida le quedaría muy poco. Uno de los ancianos se agachó justo en el lugar donde se encontraba la moneda; no me había dado cuenta del todo que era justo en ese lugar, cuando el vejete se afirmó de su bastón para agacharse y recoger la moneda. Éste se paro, se la mostró a su pareja a la luz anaranjada y efectivamente era una moneda de cinco pesos. La guardó en su bolsillo y retomo su rumbo.

¿Por qué la recogió?

Llegó el cuatro ruedas. Me instalé y yacen aquí mis variantes:

Colecciona basura, cosas pequeñas...Algo querrá dejarle a sus nietos (si es que tiene) ¿Y si no tiene?...Bueno lo junta por ocio y porque le queda poco, como su última utilidad.

Justo le faltaban cinco pesos para el medicamento de su problema a la próstata, no podían vendérselo a diez mil novecientos noventa y cuatro (qué desgraciados) y fue su tarde se suerte haberla encontrado.

Y se me vino algo tan estúpido y ridículo…Lo utilizará como un diente de oro, la joyita. Já.

No, esa la descarté de inmediato, pero más me valió que ahí surgiera de manera productiva mi imaginación. El señor ha trabajado su vida en vender, manufacturar cosas preciosas. Le gusta hacer objetos con materiales no muy vistos a lo contemporáneo. Tiene en su bodega barroca un estante con frascos llenos de distintas cositas. Una tiene dados, otro tiene tachuelas, otro posee monedas de un peso, otros elásticos. Pero más importante las monedas de cinco pesos. La moneda recogida era la número mil trescientos veinticinco lo cual era un logro. Hace figuritas, y gracias a esas figuritas es reconocido. Reconocido hace unas décadas y ahora que está por irse al inframundo, las guardará y las sepultará con él.

Su fortuna andante.

Son cerca de las veinte horas, paró la sensatez. Un saludo al anciano. Si no logro volver a verlo, que descanse en paz, no creo que lo vea. En todo caso cuando vea una moneda de cinco pesos sabré que es la fortuna del viejo.


1 comentario:

estacionaria dijo...

uy! oye coni, me gustan tus historias *O* y aay! por fin no tengo faltas xD gracias por tus consejos :D, te adorin (:

(Cachai que siempre leo tus hitorias y se me olvida comentar xD)