Aquí, la risa alumbra telones anticuados.
Los tramollas deambulan por mi calle,
y yo me encuentro en un paso de andares
sin deducciones de ojo activo.
Uno que otro huevo cubierto de periódico mañanero:
las coordenandas inexactas de mi parada,
los vertederos oscilantes en las esquinas,
las putas de mi lecho.
Los calzones de la muerte.
Cada parte se multiplica en mi posilga,
con actuaciones de taco alto y brillantes
en los glúteos.
Las medias ajustadas en mi honra,
añoran escupitajos de fuerza
a la hora de volver a llamarme
él y su doble vida.
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