Cuando giró a causa del tedio
metida estaba yo dentro de las sábanas,
sin que mi naríz roncara más allá de mi naríz,
sin que mi voz roncara, ni tampoco la suya.
Durmiendo eran capullos,
capullos insostenibles a la seriedad del nido,
destiñendo al pájaro que como el cloro
destiñe sus alas.
Pero ahí estaba yo, aquí estaba yo,
buscando alguna pluma como tu cara:
lo que mis manos lograron
recoger de tus pechos
cuando el tiempo era misérrimo
y me vestía al primer vuelo
con tal de quedarme una noche más
dormida en tu alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario