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jueves, 16 de junio de 2011

Poemas - poetas

Poema y poesía:

“El poeta se alimenta de estilos. Sin ellos no habría poemas. Los estilos nacen, crecen y mueren. Los poemas permanecen y cada uno de ellos constituye una unidad autosuficiente, un ejemplar aislado, que no se repetirá jamás.” (1)

El poder de escribir, la magia de crear una forma tan maravillosa de expresarnos, es la unión impresionante de conectores que nos llevan a establecer esas palabras silvestres, para luego agregarles una pizca autónoma, que da el privilegio de ser amos y señores de nuestra creación.

Lo consideramos una personalidad más, una capacidad nueva e incorporada en nuestro interior, que desarrolla una melodía irrepetible, así como cuando hacemos el amor: cada orgasmo es una nota inigualable, que proviene del mismo roce de los cuerpos, alterando esa solidez en un ciclo vital, ese vaivén del sonido, como lo es al escribir la obra con la misma pluma pero con diferente tinta.

“El lenguaje hablado está más cerca de la poesía que de la prosa; es menos reflexivo y más natural y de ahí que sea más fácil ser poeta sin saberlo que prosista.” (2)

Ser fiel a la prosa consiste en el pan con mantequilla que comemos cada mañana, sin saborear más allá de su sabor. No hay capacidad de indagar en que tal vez este pan contiene algo distinto, algo más delicioso que nos haga degustarlo con más detención. Existe una rutina sólida que nos encierra en determinar solo lo que masticamos, solo que se nos dice, solo lo que leemos. Es un mundo netamente literal.

Toda palabra posee una raíz que la caracteriza, donde su cuerpo es más que una imagen floral. La simplicidad que dibuja el hablante al momento de escribir, transforma cada miembro del abecedario en un cuadro surrealista, donde cada color se expone como los primeros frutos salidos en primavera. Lo poético deslumbra una fugacidad constante en el hablante, dejando sin espacio los espacios concretos que transmiten sus palabras, y jamás deja en un abismo la solidez con que la palabra misma está formada, pues, así tenemos la oportunidad de desnudar por completo a la flor y encontrarnos al fin con su semilla.


La inspiración:

“La ocurrencia poética no brota de la nada, ni la saca el poeta de sí mismo: es el fruto del encuentro entre esa naturaleza animada, dueña de existencia propia, y el alma del poeta.” (1)

Hay una fuerza constante en el poeta. Ésta se puede representar desde un punto hasta la más grande colina. Dicha fuerza, guarda un eco que rodea al poeta sin estar conciente de su presencia, y generalmente no la usa nunca, excepto a la hora de crear una obra. También hay circunstancias donde el creador está totalmente conciente de esta fuerza y hace presión para que el eco le dé un empujón para que lluevan las maravillas. Sin embargo, el hablante debe instalarse en una posición neutral, que llegue a sentirse como la caída de una pluma, como el sonido del arpa, como el cantar de los vientos, para así causar ese efecto sencillo que produce el ser natural. No existe un pie forzado en esta fuerza, de lo contrario, pierde el poder de encandilar a las palabras. La idea es mantener una conexión entre los sentidos del poeta y los sentidos de la naturaleza. He ahí el acto del eco.

“El poeta no escucha una voz extraña, su voz y su palabra son las extrañas: son las palabras y las voces del mundo, a las que él da nuevo sentido” (2)

La inspiración cuando se apodera del poeta, atrae todos los sentidos y no sentidos de éste. Lo absorbe, lo envuelve, llevándolo a un espacio, un espacio que lo deja sin aliento, donde cada paso que ejerce en su obra se transforma en lo conocido, en lo soñado y extraño que se instala en él.

Su obra parte desde el primer escalón donde los recursos utilizados son las palabras mismas, que al momento de llegar la inspiración, hacen que se sienta extraño en dicho peldaño e inconcientemente avanza hasta el último. Al estar en un puesto elevado, logra percibir la propagación que se ha ejercido en sus palabras, no logra precisar con exactitud qué es lo que lo ha movido, pero generó en sus versos el sentido vital del poema: imagen poética. El poeta denomina este avance como los pasos que lo llevan a otra dimensión. Todo inicio ejercido en su poema resulta ser desconocido.


Del ensayo "El arco y la lira" - Octavio Paz

Análisis - Constanza B. V.

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