BLA BLA

miércoles, 8 de junio de 2011

Pausa

Desde un árbol la vista es mucho más amplia, saqué de mí un poco de ese susto. La visión es estupenda.

Hay cosas que no se pueden volver a mirar, por más que resaltaban en dejarme ciega, miré eso tan nuevo que de seguro, he de no saber todavía poner en práctica, pero yo miraba, miraba con esa intensidad que te esteriliza el cuerpo, con esa intensidad cuando cierras los ojos al besar, con una intensidad tan grande, así como querer abrir tus alas y lucir el color de ellas.

Nuevamente abrí el tesoro, doloroso con olor mi/el tesoro. Ya no puedo dormir pensando por completo, duermo pensando a mitad de camino pero sintiendo al tacto, al olfato y al oído esos buenos recuerdos.

Es extraño, muy extraño sentarme y dedicar a tomar materias antiguas y llenarme de ellas detalle por detalle, colocar en mí el nombre tan deseado y llamado solo por una voz. Ninguna voz logró decirme, usted sabe que solo usted lo hizo.
Sentí un espacio repleto de risas infantiles invadiendo mi pieza, como queriendo formar un símbolo a través de las carcajadas. Mientras sentía, fui directo al pozo, pude tocar y deslumbrarme con ese contenido, ese contenido propiamente de mí, ese contenido que se fue diluyendo en las nubes, en lo gris del paisaje.

Fue agradable sentirme parte de todo esto nuevamente, pero no saqué nada para reutilizarlo. Solo dejé que me llevara la emoción para transformar cada parte en una humilde dirección que me espera, que me sigue esperando, que me conduce al nido primario, y camino afirmada de las ramas, porque no pretendo creerme de la ansiedad y tropezarme de nuevo, podría quedarme sin alas para siempre.


Las niñas pequeñas tenemos desde un principio el gran tesoro, el mío no está escondido. Me toca a diario en las micros, en los centros comerciales, en las calles, en los paraderos, en los parques, en la comida, en mi casa, en mi comedor, en mi living, en mi pieza, en mi cama, en mi sábana, en mí.
Volviendo a ser una.


Es periodo de vacas y paisajes, voy. Es muy lejos, pero las aves precoces desde que se van jamás olvidan cómo llegar a casa.




Y aquello es tan extraño para mí, porque creí que estaba perdida.

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