BLA BLA

jueves, 16 de junio de 2011

Luna llena

Después de varios días, apareció.
Hemos coincidido.
A veces es tan inesperada, pero siempre estoy atenta, y es que me duele tanto tanto, más con este frío de mierda que me tiene hasta el pelo congelado. Y me acuerdo: ese chaleco que pasó por mi cuerpo, está en sus manos, no es una estufa, pero lo usa, le gusta, y se lo di. Debe tener mucho más frío que yo, amor. Sentí ese viento tan helado cuando salí cerca de las nueve de la noche, a comprar lo que necesitaba según indicaba mi pronóstico vital, miré el cielo como de costumbre. Siempre lo hago de noche, imagino tantas conexiones con las pocas estrellas que se muestran. Sé que siempre veo y veré las mismas estando bajo el smog, pero imagino algo distinto cada vez que apunto una con mi dedo.
Miré la luna, estaba hermosa y llena. Me hipnotiza la luna tan redonda y brillante, completa. Volví a un momento como varios que llevo dentro que no se van y no se irán nunca. Y es cosa diaria, que lo que mire coincida en el paso que transforme todo en un momento junto a ella.

Fuimos por su corta viento y por mi chaleco ( el suyo ahora). Nos veíamos tan lindas, ambas con zapatillas de hombre, ambas con pantalones cortos, ambas con olor a agua cordillera. No sé qué hora era, pero estaba oscuro, que hasta andaba con linterna en la mano. Nos pusimos en un costado de la casa de campo, y miramos al cielo, le mostré la infinidad de estrellas que podíamos atrapar con nuestros ojos.
De la mano, avanzábamos pasos y sentimos que alguien adaba cerca del gallinero, era mi tía, la alumbré con la linterna , me sonrío y siguió su camino. El resto era el paisaje nocturno, el silencio y la luminosidad del cielo.
Estuvimos no mucho rato ahí, pero el amor brilló de una forma tan romántica como otras veces, pero los distinto era el estar lejos de todo, el estar tú y yo entre un paisaje negro, con el sonido de los árboles, los grillos, el olor silvestre. Y la canción de nuestros besos.

Fue tan hermoso, desde que fue ese momento, siempre que miro el cielo lo recuerdo. Lo recuerdo tanto que el frío que sentí al momento de ir a comprar, se lo llevó la luna en mis ojos.



Y la mosca extraña que no dejaba de pronunciarse en el camino de vuelta.








C(chita).

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