Fragancia *

Ya era demasiada la angustia, mis instintos me fallaban más de lo habitual, se convertían en una proporción exacta de malos entendidos, un tanto colapsada me sentía. Tome mi grabadora y charlé sola por unas horas. En mi cama con mi almohada estilando de mi dolor, movía mi boca y te dediqué unas palabras, bueno, más bien hartas, mi lengua quedaba lacia, me cansé, las ojeras que logré formar no me dejaban descansar un poco de este martirio.
Mis pestañas se cayeron, mi pelo opaco se encontraba. La noche de abril velaba mis desencantos, incluso mirando la luna, mis ojos no brillaban, al contrario, se aislaban del todo poderoso que penetraba en mis pupilas, una desilusión al tacto mi vista derretía, por eso mismo, tapé con diario las ventanas de mi cuarto. Por un momento creí que no me hallaba en mi casa, no tenía nada, y mi cuerpo era totalmente inerte, mis manos moradas, mi cara horrible como para poner un espejo al frente de ella, mis demás extremidades duras como una roca, lo camuflaba con el pijama que me regalaron para una navidad sin recuerdos. Muchas veces a mi puerta rayada tocaban, no permitía el paso. Pensar que mi madre era esporádica en preguntar como me sentía, sabía que no hablaba, comunicación no quería, solo escuchaba que aún vivía, mi respiración a veces se agitaba, y con eso, se quedaba tranquila.

Huí por un rato, en mi closet marrón me quise esconder, entre los restos que algunos me dejaron, pero que ya no existo en sus corazones, decidí reposar. Quise mirar mi ventana parchada, y lograba escuchar la caída de las hojas, combinaba con la caída de mi cuerpo, mi alma, mi yo. Estando aún en el closet, meditaba, te pesaba más bien. No me detuve y no lo hacía. Que hermoso era tratar de sonreír, imaginándote como esa tarde del viernes, cuando fuiste por mí, nos fuimos a rodar y a rodar, te besé, me besaste, te abracé, me abrazaste, fuimos por algo de beber, mucha felicidad en unas horas contigo. Juntas, mirando el entrono de nuestro mundo, sí, ese mundo que es tan lindo y feo a la vez, cuando puse mi cara junto a tu cuello, me deshice. Al poner mi nariz en tu cuello, basta. Eso me enloqueció, cuanto más te respiraba, más ese olor lograba cantarme, atrayente, excitante, era el rico fruto cosechado, el polen perfecto de la flor silvestre de primavera, más todavía te amaba, un obsequio de corazones me regalaste y dentro de él tu perfume dejaste.
Eso recuerdo tanto, no hay necesidad de cerrar mis ojos y soñar, estás ahí, y ese regalo que me diste, está aquí conmigo, pero aún no lo saco de donde está, me da miedo estropearlo.

Ay, ya que más da, lo necesito ahora conmigo, eres tú, estás en él.

Salí del closet, pensar que me caí, era de la desesperación que provoca ese perfume, salté a mi cama, aunque mis rodillas alegaban, y levanté mi brazo derecho y traté de tocar el regalo de ti, me costó pero pude tocar.
Lo saqué con tanta fuerza, casi lo rompí, pero al tenerlo entre mis manos, salió polvo, y me dio un poco de comezón cuando lo soplé.
Este regalito que me obsequió, no se trata más allá de una caja, pero no una caja ordinaria, sé que lo que está a adentro eres tú, no me percaté de cuanto tiempo había transcurrido que tenía polvo almacenado. Me recosté una vez más en mi cama, decidí abrirla, pero tuve miedo, porque si tenía mugre afuera, dentro de ella debe estar hecha tira, pero me equivoqué.

Abrí, y algo cambio. Un segundo bastó y mi pieza se revolvió, mis ventanas ya no estaban, ni techo encontraba, el aire mi cuerpo limpiaba y todo lo húmedo con mi dolor de evaporaban. Saqué el contenido, y sentí ese aroma, besé el corazón que dejaste., el aroma, una fragancia, en mi impregnaste.
Un montón de sensaciones abundaban mi ser, lo mejor de todo que yo te siento aquí, pensar que no te veo, pero te huelo, como cuando te besé el cuello, y mis labios pegados en ti se quedaron, noches o días dan lo mismo, mi pena sigue y seguirá, pero tu me acompañarás la fragancia tolerante de mis deseos, te esperan, logrando la fracción inexacta de amor que siento. No tengo motivos para llorar, si sufrir, pero de felicidad, sé que me piensas, la fragancia me informa, a como de lugar, volveré por ti. No me arrepiento de haber abierto la caja, a lo mejor mañana no estará el olor, pero en mi mente sí.